El cambio afectó a sus convicciones espirituales más íntimas y desembocaría, al final de su vida, en una crisis moral y religiosa que derivó hacia un cristianismo evangélico radical. Al comienzo de esta etapa escribe Ana Karenina, en la que Tolstói refleja su visión de la sociedad urbana, símbolo de los vicios y el pecado, en oposición a la vida sana de la naturaleza y del campo. De ese mundo necio y patológico de la ciudad es víctima Ana Karenina, que se ha convertido en una figura clave de la literatura universal.