Su razón se negaba, pero su cuerpo lo estaba deseando.Xavier Lefevre seguía siendo el hombre más atractivo que Allegra había visto en su vida. De hecho, se había vuelto más sexy con los años. Pero habían cambiado muchas cosas desde aquel largo y tórrido verano de su adolescencia. Ahora, su relación era estrictamente profesional: les gustara o no, compartían la propiedad de unos viñedos y, desde luego, ella no estaba dispuesta a venderle su parte.Allegra tenía dos meses para demostrarle que podía ser una socia excelente, y para convencerse a sí misma de que no necesitaba a Xavier en su cama. Pero ¿a quién intentaba engañar?