Elizabeth Jones creía que iba a conocer a su padre, pero el arrogante Andreas Nicolaides tenía otros planes para aquella hermosa desconocida que se presentó sin previo aviso en su casa. ¿No se trataría de una cazafortunas decidida a hacerse con la herencia de su padrino? Para averiguarlo y no perderla de vista, la haría trabajar para él. Lo que Andreas no había calculado era hasta qué punto sus sensuales curvas se convertirían en una constante distracción que le haría olvidar su labor de detective por una mucho más entretenida: comprobar si Elizabeth era igual de modosa fuera de las horas de trabajo?