Perdonen si abuso de los besos, los labios y el amor. Disculpen si exagero con los abrazos y las distancias. Ruego excusen mis palabras colmadas de sentimiento que surgen de un interior que necesita expresarlas. Tengan a bien aceptar mis versos dedicados también a la injusticias; cantos de corazón a veces desesperado y atónito con lo que ocurre en esta confusa vida. Puede que ese amor lejano, ese imposible, el del poeta, el del músico y el de la mar les envulevan en momentos de nulidad. No es definitivo y variará como veleta dando viento Norte de nuevo, pues no es un libro triste la fin y al cabo. De todo esto échenle la culpa a la poesía, pues no deja de ser un libro enamorado del lector y sembrado de la vida soñando con la cabeza reposando en un alma de plumas. Me acompañan en música David Bazo, Miguel Engel, Daniel Cabrera y José Manuel Guerra, grandes profesionales y amigos. Mece los poemas Juan Andrés Siverio Perdomo con sus fotografías y su cariño. Hay despedidas que saben a poco las hay que tienen pies y bajan las escaleras hasta desaparecer dejando estela de desazón.