En una cálida tarde de verano, tan calurosa que ni una sola hoja agitaba el aire, Alicia y su hermana mayor fueron a la orilla del río a remojarse los pies en el agua fresca y merendar sobre un mantelito de cuadros bajo la sombra de los alisos. De la cesta de la merienda, la hermana de Alicia sacó un libro muy gordo. La verdad es que la hermana de Alicia podía meter la nariz en una de sus novelas sin sacarla en toda la tarde.
Pero a la pequeña Alicia no le gustaban aquellos libros que eran todo letra. ¡sin tan siquiera un dibujo! Y por más que espiaba por encima del hombro de su hermana, no comprendía cuál podía ser el interés de un libro solo de letras. Así que se puso a recoger flores para hacer un ramito.