Argumento de Alicia en el País de las Maravillas ; a Través del Espejo
Esta edición monumental de Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo dos narraciones estrechamente ligadas y complementarias, publicadas en 1865 y 1871 respectivamente suma una miríada de subversivos matices al clásico a través de la transformadora mirada de Pat Andrea.
En ella, cada volumen consta de dos partes. La primera, que nos embarca en una lectura global del universo de Lewis Carroll frente al de Pat Andrea, ofrece los cuarenta y nueve cuadros que el artista realizó expresamente para esta edición, con una técnica mixta sobre papel tensado en panel de madera, y en un formato original de 150 x 180 cm. Un extracto del libro en castellano y otro en inglés iluminan cada una de las escenas. A su vez, la segunda parte recoge, junto a una serie de ampliaciones ópticas de los lienzos, la totalidad del texto, tanto en su versión original como en la hermosa traducción de Luis Maristany, que ha sabido transformar los juegos de palabras y los contrasentidos del autor británico.
La doble obra maestra de Lewis Carroll no pertenece exclusivamente al mundo infantil ni al adulto. Sin embargo, tal vez la interpretación de Pat Andrea sea, si no la más adulta, al menos la más revolucionaria hasta la fecha. Alicia es la misma frontera, la linde ondulante entre la norma y la libertad, la sintaxis y el neologismo, la vigilia y los sueños, que cambia sin pedir permiso. En su literatura, Carroll cuestiona la lógica estricta de la razón, el orden y la moral intocables en una sociedad como la inglesa de la segunda mitad del XIX utilizando el absurdo como forma de rechazo y sublevación hacia la tiranía de la racionalidad. Tal como sucede en la atmósfera onírica de Alicia, esto da lugar a la libertad de asociaciones de palabras o de ideas.
La genialidad de Carroll: independizar su obra de la ley totalitaria del lenguaje. El texto ha trascendido su época y su geografía: canciones, imágenes, personajes y costumbres de su propia cultura delinean el escenario de lo cotidiano que se ofrece como señuelo. Nuestro pecado: convertir Alicia y su imaginario en una convención, creer que la conocemos, que hemos desentrañado todos sus secretos.0