Leo a Jaime Siles, un joven buen poeta, entre Cernuda y Juan Ramón, aparte toda la erudición poética que él despliega ingenuamente en su libro. Yo veo de lejos ese grupo de poetas exquisitos, intelectuales, cultos, que son la generación de los setenta. Una juventud bien comida y bien leída, que rompió elegantemente, sin una proclama, con la generación de la berza. Cuando yo era como ellos, alguien me llamaba señorito, porque se llevaba la vulgaridad como estilo. Ahora que ellos han impuesto la cultura, yo ?uno de mis yoes, el más conocido? me difundo mediante un cierto popularismo. Pero en lo mejor que leo (y en lo mejor que escribo) me siento muy cerca de la literatura por la literatura que hacen estos chicos. Su poesía nace más de la cultura que de la locura, y cuando se fingen locos, resultan unos locos muy cultos, pero a mí me gustan. Félix de Azúa, Martínez Sarrión, Colinas, Gimferrer. De algunos soy un poco amigo. De otros, nada. Me da igual, porque me basta con leerles un rato, muy de mañana, como lo he hecho hoy, con la primera luz del día, que es la más pulcra, sobre su pulcro verso. Francisco Umbral, Diario de un escritor burgués (1979)