En principio, para entendidos y profanos, sobran las presentaciones: se trata simplemente de Alan Moore, el diseñador de universos, el fractal histórico en que convergen los vasos comunicantes de lo que el cómic ha sido, es y será. Pero hay más, mucho más. Desde sus primeras colaboraciones en Sounds y 2000AD, hasta las creaciones de su propio sello Americas Best Comics (The League of Extraordinary Gentlemen, Tom Strong, Promethea), atravesando la resurrección de series como La Cosa del Pantano y Supreme, o sus célebres Watchmen, V de Vendetta, Miracleman, Lost Girls y From Hell, Moore ha dejado a su paso un reguero de clásicos, pero también un reguero de cadáveres que reconocer: porque por encima de todo tópico, el pulso narrativo de Moore funciona como un despiadado escalpelo capaz de extender informes forenses sobre la muerte del héroe tradicional, y con ellos, de responder con precisión a algunas de las preguntas críticas de nuestro tiempo.