Cuando se alcanza ese punto en el que creemos existir exclusivamente tal como nos
definen los demás, puede que sintamos algo muy similar a lo que siente un esclavo. Mis amos pueden ser visibles o invisibles, personales o impersonales. Es posible que logremos identificar a algún Humpty Dumpty con el poder suficiente para fijar o alterar el lenguaje a voluntad. Puede que parte del lenguaje institucionalizado no dependa de voluntad presente alguna, pero aun así permite a unos realizar actos de habla y a otros solo experimentar sus efectos. O quizás ocurra como en 1984, que estamos sometidos a una burocracia, invisible pero muy eficaz, de manipuladores que mantienen su poder reconduciéndola en diversas direcciones cuyo momento y ocasión nunca podemos determinar. Lo único que sé es que se ejercen actos de poder sobre mí y que yo no realizo ninguno.
J.G.A. Pocock