Antes de morir, Mahoma le entrega a su esposa Aisha la espada de Medina, aconsejándole que en el futuro haga buen uso de ella en la lucha santa, la yihad. Desolada por la muerte de su esposo, Aisha sufre también a causa de la nueva situación de su pueblo: su propio padre, Abu Bakr, busca reforzar el Islam luchando salvajemente con los beduinos rebeldes que intentan perturbar la paz de su tierra. Al mismo tiempo, Alí, el único heredero de Mahoma, teme que de no llevar a cabo ninguna acción los corruptos consejeros del Profeta pongan en peligro la supervivencia del Islam. Otros le urgen a hacerse con el poder y guiar al pueblo musulmán tal como Mahoma lo había deseado.
Aisha descubre con horror que Alí ejerce la violencia contra las mujeres e introduce en el Islam nuevas normas que las relegan. Mientras Alí acusa a Abu de la matanza de inocentes, Aisha se enfrenta con él reprochándole su ambición de poder. A partir de aquí se desarrolla una feroz lucha entre ambos personajes, fundamentales para entender los orígenes del Islam.