Argumento de Air Mail
Encuadernación: Cartoné
Los salvajes años veinte... con sus gangsters, su ley seca, sus bandas de jazz, sus mujeres desenfadadas... Es la época de Babel Man, veterano de la Gran Guerra y piloto de correos, al que le gustan demasiado las mujeres... Y de Bella Palmer, guapa, rubia, inteligente y de bonitos pechos, que resultará ser el talón de Aquiles de Babel.
"Estaba escrito en las estrellas que yo acabaría haciendo Air Mail. Por dos razones. Como se dice en el teatro, soy un hijo del arte. Mi padre fue uno de los primeros pilotos de carrera de la Aeronáutica Real, que se formó como fuerza independiente en 1923. Me he criado literalmente en los aeropuertos, en esos en los que aún no había pistas de cemento y sí una manga de viento roja y blanca. En el reino de los biplanos de acero y revestimiento de tela. Llevo grabado en mi ser el excitante olor a aceite de ricino del lubricante que se quemó en las pruebas del motor Fiat CR.32 en el aeropuerto de Gorizia. ¡En 1932, Dios santo! La dieta de mi infancia fue a base de leche y de aeroplanos. Excelente para la estatura, por cierto.
La segunda razón es que soy de los años treinta, y quien entonces prestaba atención se enteraba de todo. Llevo Norteamérica en el corazón. La de los años veinte, treinta y cuarenta. La literatura, el cine, la música, los avances tecnológicos, el New Deal, el que todo fuera posible, las metas sin fin, lo nuevo. Y un millón de cosas más, probablemente todas ellas idealizadas, pero que siguen conmigo, inamovibles. Y ahora que lo he dejado claro, ya puedo morirme.
Pensad en esos aeroplanos de los años veinte y en esa raza tan especial de superhombres que cruzaban el continente subidos a ellos, transportando kilos de correo en cumplimiento de un contrato federal. Pese al hielo, la lluvia, la niebla, la nieve, las montañas, los desiertos. De noche, en invierno. Con un motor de 350/400 CV. Como no iba a escribir sobre esos años. Air Mail es mi manera de gritar ¡Viva! a esa gente. La cual, por cierto, hace que te sientas un poco pigmeo. Pero qué se le va a hacer. No todos podemos ser extraordinarios.
Babel Man es uno de esos hombres. Ojalá pudiéramos comunicarnos con las palabras que pongo en sus labios y hacer las coas que le hago hacer. Y lo he imaginado compartiendo conmigo un poco de ese sentimiento especial que hasta este momento era única y exclusivamente mío."0