Al comienzo de forma tímida, más decididos después, los nuevos Maestros fueron exponiendo sus conocimientos, y en ellos pudimos todos descubrir un Aikido rico y heterogéneo, lleno de variables, un mundo de técnicas, un universo de posibilidades. Y todo ello era bueno, correcto, intenso y sobre todo era algo auténtico y cercano. El Arte seguía creciendo, Ueshiba estaría satisfecho, su herencia, su legado, estaban cuajando en un imponente y rico plantel de nuevos Maestros, trabajando e investigando las más variadas direcciones de lo mismo; juntos pero no revueltos, casi disparatadamente organizados en el desorden, buscando en las raíces o afrontando nuevos retos, pero siempre, siempre, entregados con pasión en su trabajo.
Descubrir un Aikido vivo y palpitante ha sido un privilegio como editor especializado y como persona. Tengo el orgullo de ver como aquel enfoque atinado se ha venido imponiendo más y más entre los estudiantes, el placer de comprobar como este extraordinario Arte Marcial ha ido haciéndose su lugar en los gimnasios, ganando no solo el respeto de otros profesores de Artes Marciales, sino también un nombre en la sociedad. Estos méritos deben en justa medida ser reconocidos a esta generación de Maestros Occidentales, pues ellos han sido los protagonistas de este crecimiento.
Estos variados trabajos presentados como hemos dicho a lo largo de los últimos veinte años son pues parte del rico acerbo que compone el Aikido de hoy en día y no deben perderse. La vida de un artículo en una revista es corta, pero la vida de un libro es mucho mayor. En consecuencia hemos recopilado para todos los estudiantes y amantes del Aikido esas ricas experiencias y conocimientos en un solo volumen, un trabajo que es ya parte esencial de la historia del Aikido y por lo tanto parte esencial de su futuro.
Alfredo Tucci
Director de Cinturón Negro