Argumento de Agresión, Trauma y Olvido
En los últimos años, el tema de la violencia ha ido adquiriendo una relevancia inusitada en los medios de comunicación. Raro es el día en que no se discuten episodios bélicos ocurridos en diversos contextos internacionales; asesinatos en serie realizados supuestamente por terroristas o por personas con dificultades mentales; inmolaciones para llamar la atención sobre conflictos políticos (desde la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, los suicidios de los bonzos, hasta las defenestraciones de personas que van a ser desahuciadas), etc. En el mundo político son frecuentes las noticias sobre agresiones a líderes en países democráticos y no democráticos, asedios y acoso a personajes públicos de conducta reprobable.
Por otra parte, parecería que la violencia criminal ajena a la política y a las guerras hubiera aumentado en el mundo entero, y no dejan de repetirse escenas de asesinatos entre bandas rivales en distintos países, muertes de ancianos por ladrones en cualquier pueblo de nuestro entorno, etc.
Frente a quienes suponen que la agresividad es un instinto innato en nuestra especie, e incluso necesario para sobrevivir, existe un acuerdo a la hora de describir, sea cual fuere su origen, una «agresividad maligna», que ha sido bien explicada por autores como Erich Fromm.
Es a esta última agresividad a la que se suele referir actualmente la literatura con el nombre de «violencia», pues la mayoría de los autores están de acuerdo en que, de una forma u otra, resulta negativa para el desarrollo y bienestar del ser humano.1