Hay otros signos de Dios en el mundo y en la historia. Pero destacan los de padre y madre, de quienes el hombre recibe no solo la vida, sino palabra, amor y tarea (junto a los hermanos, amigos y compañeros). Ellos son el signo más hondo de Dios.
Los judíos le llaman Yahvé («Soy el que soy»), pero no se atreven a pronunciar su nombre. Los cristianos le invocan como Padre (Abbá-Immá, que es Padre-Madre en arameo, la lengua de Jesús), y dicen que el mismo Jesús les ha enseñado a pronunciar su nombre. Este libro cuenta la historia y sentido del Dios de la Biblia, destacando de un modo especial los nombres de Yahvé y Padre-Madre.