Ciudad empinada y honda, ancha y angosta, pródiga y esquiva, cristiana y mora. Contrastes que tienden a fundirse para crear hermosura. En Ronda, por idénticos postulados, muere la eterna discusión entre belleza objetiva y subjetiva porque, desde cualquier punto de vista, sólo produce admirativo pasmo.
Más apreciaron y desvelaron sus virtudes estéticas voces extranjeras que propias. En este libro el lector encontrará 50 motivos para sumergirse en la Ciudad Soñada y recorrer sus rincones más íntimos, que a tantos viajeros, poetas o artistas cautivara desde tiempo inmemorial.
Ronda, recurriendo a esas contradicciones tan suyas, se muestra descarada en su naturaleza luminosa, o se esconde en sus grutas, templos, murallas o acueductos. Aunque nunca alardee de ello, tiene más que Tajo y Plaza de Toros. Todas, hasta cincuenta maravillas, incluidas estas últimas paradigmáticas, están contempladas a la luz no de fechas y datos, sino más bien del espíritu, de la imaginación, del alma; dejándose llevar siempre por el aura indefinible, característica, que ese medio centenar de notabilidades despiden a todas horas; y que están ahí, fuera de todo raciocinio, pero fiel a la cita para quien con el corazón se empeñe en descubrirla.
Los exquisitos textos de Antonio Garrido se funden en esta obra con las extraordinarias fotografías de Andrés Aguayo, materializando ese hálito mágico, poniéndolo a la vista del lector-espectador con imágenes y narraciones en las que la sensibilidad, la fidelidad y la originalidad aparecen en todo su esplendor para conformar un libro distinto, como lo es la propia ciudad de Ronda.