A través de los ojos de Klester Cavalcanti descubrimos a Júlio Santana, un hijo leal, un hombre de familia, un devoto cristiano al que su conciencia atormenta cada vez que le piden que dispare a matar. Pero Brasil es un país sin ley, y el respeto por la vida ajena un lujo que Júlio no puede permitirse. De modo que a los 17 años se estrena en el asesinato, para ayudar a su tío, que trabaja de sicario. Y demuestra tener talento natural para ello.
El retrato que emerge de la narración de Cavalcanti, basada en siete años de conversaciones telefónicas con Júlio Santana, no es solo la de un hombre, sino también la de un país. Y demuestra hasta qué punto, en ocasiones, una carrera en el mundo del asesinato por encargo puede ser no muy distinta a cualquier otra.