«Hoy día el colmado sería una gran superficie, y la portería no existiría, sustituida por una oficina de banco; en la alcantarilla y el ascensor habría okupas; en la buhardilla estaría aporreando gente del Ayuntamiento reclamando el cobro de impuestos; los niños, en vez de cuatro, serían una decena porque todos vivirían con los abuelos y el caco, uno de esos banqueros de las preferentes... Pero, en el fondo, sería lo mismo y yo tendría los mismos problemas para llenar esos agujeritos.»
Francisco Ibáñez