Ante ello, ¿tendría algún sentido seguir moviéndonos, seguir razonando en los anquilosados términos de «derecha-izquierda»? ¿No se impone, por el contrario, romper la vieja, fraudulenta baraja? ¿No es hora de repensarlo todo sobre nuevas bases; de echar por la borda todo lo que se tenga que echar; de tomar sólo de la derecha, de la izquierda o de donde sea lo que merezca ser tomado?